El pasado sábado, 31 de mayo,
tuve la suerte de poder disfrutar de un fantástico día taurino.
Por la mañana se celebró en la plaza
de toros de la Escuela Municipal de Tauromaquia de Jerez de la Frontera (Cádiz)
una clase práctica en la que los beneficios recaudados fueron destinados a la
asociación ADIF. Actuaron los matadores Jesuli de Torrecera y Sandra Moscoso,
que se formaron en esta escuela, y varios de los actuales alumnos.
Esta entrada la quiero dedicar a lo
que pasó ese día por la tarde. Gracias a mi padre he podido asistir con él a
muchos festejos y a otros he ido sola, pero nunca me había enviado para ser sus
ojos esa tarde. Mi primera vez como representante de la ganadería no podría haber sido más especial, ya que el ganado estuvo a un gran nivel (es muy difícil que salgan 4 animales buenos de 5) y pude ser partícipe de ello con una compañía especial.
En San José del Valle se celebraba un festival en el que las reses provenían de la ganadería de la que actualmente es mayoral: Virgen María. Allí me tocaba ir para ver cómo salían los cinco erales reseñados. La tarde invitaba a disfrutar y con esa sensación salió todo el público de la plaza al finalizar el festejo.
En San José del Valle se celebraba un festival en el que las reses provenían de la ganadería de la que actualmente es mayoral: Virgen María. Allí me tocaba ir para ver cómo salían los cinco erales reseñados. La tarde invitaba a disfrutar y con esa sensación salió todo el público de la plaza al finalizar el festejo.
Abría cartel Canales Rivera, al que le tocó en suerte un eral con
el hierro de Santa Ana (el segundo de la casa). Salió éste apuntando a formar
un lío, llegando con brío a los burladeros y rematando por abajo, permitiendo
al torero lucirse en el recibimiento con el capote. Comenzó embistiendo con
bastante recorrido y humillando, destacando el pitón derecho, por el que
mostraba mucha más suavidad y calidad. Tras las banderillas se vino abajo de
fuerzas y llegó a la muleta con menos motor, sin perder por ello la clase y
nobleza que tanto entusiasmó al público. El torero apenas le sometió por abajo,
pero cuando lo hacía respondía gustosamente, con fijeza y transmisión. Fue una
pena que no tuviera fuerza, pues hubiera sido un animal de dos orejas en
cualquier plaza con una buena lidia. Canales Rivera dio un bajonazo con el
estoque y tras un descabello rápido, el eral cayó y le fueron cortadas las dos
orejas.
El segundo de la tarde (Santa Ana)
correspondía a Jesuli de Torrecera, que afortunadamente no tuvo la suerte del
anterior. Este eral confundía un poco al principio por reservarse la fuerza y
cambiar de velocidad en el último momento, pero al entrar en el capote cambió
esta condición y se vino arriba. Humilló un punto menos que el anterior, pero
con ímpetu, bravura y mucha transmisión. Pasaba por el engaño con ganas,
llegaba lejos y volvía rápidamente a tomarlo; ya en el inicio el público se fue
entusiasmando ante este eral y la actuación del matador. En la muleta mejoró
aún más y si se le exigía humillaba más y mejor, con el único contra de que si
el torero se dejaba enganchar la muleta cabeceaba un poco. Aguantó toda la
faena en el centro de la plaza, sin tener en ningún momento intención de
rajarse, incluso cuando el diestro “se montó” encima y le ahogó al no darle
demasiado espacio. La transmisión y bravura de este eral con la calidad del
anterior sería el animal perfecto que se puede buscar en una ganadería. Lo mató
de una estocada trasera y descabello, cortándole dos orejas.
Sergio Sanz salió en tercer lugar y
fue quien tuvo menos suerte, ya que le tocó el único eral que no presentó las
condiciones necesarias para triunfar como se debe, perteneciendo al hierro de
Vigen María. Fue un poco molesto en el capote cabeceando, a pesar de tener
fijeza y transmisión cuando embestía con limpieza. La falta de experiencia del
torero también estuvo presente, aunque consiguió meterle en la muleta y pulir
algunas asperezas, llegando a sacar tandas limpias y bonitas. No tenía mala
condición el novillo y de hecho hubo momentos muy buenos, pero tampoco era una
embestida cómoda ni estética. Éste fue sin duda la oveja negra de la tarde
teniendo en cuenta la calidad de los otros. Al igual que los anteriores,
aguantó la faena en los medios sin atisbo de rajarse en ningún momento y
arrancándose desde lejos. Mató con media estocada desprendida, tardando mucho
en caer quedándose en el centro de la plaza. Fue recompensado con una oreja.
El cuarto, también del hierro de
Virgen María, volvió a subir el listón hasta la posición que dejaron los dos
primeros. Tuvo una salida muy bonita, arrancándose de lejos y llegando a los
burladeros sin hacer ninguna parada, rematando por abajo y con mucha fijeza en
el capote de Caro Gil. En algunos capotazos se dejó enganchar el torero y el
eral protestó, poniendo nerviosa a toda la cuadrilla y provocando que dieran
muchos capotazos sin necesidad. Se templó la faena en el cambio de tercio y
regresó más calmado el torero, aunque no terminaba de acoplarse al animal y no
pudo gustarse. El eral fue el segundo mejor de la tarde, con muchísima calidad
en la embestida, nobleza, entrega y transmisión, exigiendo una faena en los
medios dejándole espacio entre pase y pase pero dejándole la muleta puesta.
Hubo una tanda en la que le llamaba de lejos, le perdía un par de pasos y con
un simple toque volvía a embestir; el público se entusiasmó mucho y el torero
no supo verlo. Las siguientes tandas las hizo ahogando al eral, sin darle
tiempo ni espacio, apagándolo poco a poco. Aun así, los allí presentes supieron
ver el nivel de la res y lo aplaudieron en el arrastre. Siguió sin sentirse
cómodo el diestro, que llevó al eral hasta toriles para entrar a matar sin
tanta presión; sin embargo, tras la estocada no manseó y el torero perdió la
muleta al intentar apartarse. Le concedieron dos orejas.
El último, de Santa Ana, fue la
guinda que coronó el festival. En cualquier plaza hubiera formado un lío
pudiendo cortarle las dos orejas y el rabo fácilmente. Tuvo una salida casi perfecta,
repitiendo con muchas ganas, con recorrido, embistiendo al mínimo toque desde
cualquier distancia, arrastrando el hocico por el suelo y con mucha fijeza. Le
tocó en suerte al novillero Eloy Hilario, de la Escuela de Jerez de la
Frontera, quien aprovechó la embestida del animal y puso a todos en pie. Se
gustó Eloy en banderillas, animando mucho más al público. Llegó la muleta y con
ella el mejor momento de la tarde; el eral mostró mucha suavidad dentro de la
bravura y el motor, haciéndole sentirse muy cómodo y transmitiendo al tendido.
La faena fue siempre a más, aunque el torero no terminó de adaptarse con la
mano izquierda, pero eso no evitó que se comenzara a pedir el indulto. Tomó
pronto la espada y lo despachó con dos tercios de la espada, que quedó algo
trasera pero muy certera, pues tardó muy poco en caer. Le fueron concedidos los
máximos trofeos, dos orejas y rabo, además de la muy merecida vuelta al ruedo
al eral, que fue despedido entre aplausos. Éste habría sido un buen semental,
pero sin duda es todo un privilegio haber podido disfrutar del triunfo que
proporcionó.
Esta ganadería se empieza a definir
mucho antes de lo previsto y si sigue así, será una de las mejores que se
puedan ver dentro de muy poco tiempo. Sólo me queda dar la enhorabuena al
ganadero y a la persona que está trabajando tanto para que todo esto marche tan
bien... enhorabuena Papá. Gracias por darme tu confianza para asistir de esta forma a un festejo de la ganadería y por confiar en mi criterio a la hora de poner las notas y analizar los detalles de cada eral.
Me
gustaría también dar las gracias a la compañía que tuve ese día, disfruté mucho
intentando hacer taurina a mi compañera de piso Estefanía y me encantó volver a
encontrarme con algún conocido de Jerez, como Alejandro. Si hay algo mejor que
ver toros, es ver toros con buena compañía... Esperemos repetir pronto.